Machupichu

Machu Picchu, la ciudad perdida de los incas, no se menciona en ninguna de las crónicas de los conquistadores españoles. A parte de algunos campesinos quechua, nadie sabía de su existencia hasta que el historiador norteamericano Hiram Bingham lo descubrió accidentalmente en 1911. Pese a decenas de estudios recientes, los arqueólogos se ven obligados a confiar en las conjeturas y especulaciones que circulan sobre su origen y función.





Amanece lluvioso, nubes bajas tapan las cimas de los cerros, pero por fin íbamos a subir a Machupichu. Llegamos a la entrada con la tranquilidad que te da la legalidad y con ganas de disfrutar e hincharnos a hacer fotos.

Cruzamos toda la ciudad de Machupichu para llegar a la entrada de HuaynaPichu (Pico joven en quechua). La subida dura y angosta fue recompensada por unas impresionantes vistas de todo el valle con el pueblo de Machupichu en el centro. Nos tomamos un sánduche de paltita (así llaman aquí a los sándwiches deaguacate)rodeados de turistas.

La bajada se hace más dura que la subida por lo estrechos y resbalosos que eran los peldaños de la escalera inca.




Finalmente visitamos el Puente Inca, (a 25 min. andando desde la Ciudad Perdida por lo alto de las terrazas) junto a un grupo de argentinos que nos hicieron pasar un muy buen rato. Este camino nos concedió unas vistas espectaculares del bosque lluvioso y una perspectiva totalmente diferente de MachuPichu.

De nuevo en Machupichu, recorremos todos los rincones siguiendo en ocasiones a los grupos con guía que hablaban español. Recorrimos la cabaña del Guardián de la roca funeraria, los baños ceremoniales, el Templo del Sol, la tumba real, el Templo de las tres ventanas, la casa del Sumo Sacerdote, el Templo del Cóndor…














Después de este completo día, bajando de nuevo al pueblo Luis comienza a sentir un dolor en la rodilla y llegó cojeando al pueblo. Una ducha y reposo y al día siguiente visitamos al médico que nos hizo una hoja de evacuación. Esto no fue del agrado del RR.PP. de PeruRail por no considerarlo una emergencia. Quería que pagáramos la barbaridad de 130 $ para salir de allí. Como no los teníamos y nadie nos pudo/quiso proporcionar una solución nos tuvimos que volver andando. Una inyección antiinflamatoria y un nolotil ayudaron a Luis a llegar hasta la tirolina.















No hay comentarios:

Publicar un comentario