La isla del sol fue conocida tempranamente como Titi khar´ka (Roca del Puma), desde entonces el Titikaka tiene este nombre. Esta isla ha sido identificada como el lugar de nacimiento de importantes personas como Manco Cápac, su hermana-esposa Mama Huac y supuestamente el propio Sol. Manco Cápac y su esposa aparecieron místicamente bajo las directas órdenes del Sol. Hoy en día los Aymara y Quechuas de Perú y Bolivia aceptan esta leyenda como la historia de su creación.
Tanto en la Isla del Sol como en la Isla de la Luna hay ruinas incas a las que se accede siguiendo unos maravillosos senderos que atraviesan las islas y pasan por pueblos tradicionales.
La Isla del Sol tiene unas playas arenosas magníficas y un agua helada. Los pueblos más grandes son los de Yumani, al sur, y Ch´allapampa, al norte.
Bajando la calle que lleva al puerto, donde agarraremos el barco, nos encontramos con Tom algo triste (el australiano con el que salimos de fiesta en La Paz), habían discutido con Angie y se habían separado por un tiempo. Lo acogimos y partimos hacia la Isla. Ese día fue algo silencioso…la travesía de 2 horas invitaba a reflexionar cada uno por su lado disfrutando de las vistas y de su propia soledad. Nada más llegar a Sol encontramos un hospedaje rebarato y relindo en la misma playa; dejamos las mochilas, nos ponemos el bañador y allá vamos Ka y yo dispuestos a bañarnos en el lago. Nada más llegar, nos encontramos con varios gringos desnudos en la playa y eso nos da vía libre para quitarnos los nuestros también y directos al agua…Esta helada!!! No aguantamos ni dos minutos y salimos corriendo a refugiarnos en el calorcito del sol. Estuvo bien el intento. Jeje. Tras conversar con una artesana que estaba acampada en la playa, volvemos al hostel y comemos unos sándwiches de palta y tomate y descansamos un poquito.
Por la tarde paseamos hasta unas ruinas incas que hay a una hora de camino con la suerte que se nos hace tarde y cuando llegamos ya no hay nadie que nos cobre entrada. Nos sorprende el atardecer, lo disfrutamos y volvemos antes de que oscurezca del todo.
Esa noche será larga y profunda. Acompañados por una botella de whisky y Coca-Cola conversamos con Tom sobre su situación y acerca de la vida en un inglés torpe pero algo mejorado.
Tom se marcha temprano y nosotros decidimos cruzar la isla para llegar al sur. Nos han hablado de una calita poco visitada por los turistas por su difícil acceso, allá vamos.
Cruzamos la isla en tres largas y calurosas horas cargados con las mochilas, eso sí, parando cada vez que queríamos a disfrutar de las vistas y de alguna sombra ocasional. Lo más sorprendente fue cuando estábamos saliendo de la provincia de Ch’allapampa y nos pedían 5 bolivianos por barba para pasar por el único camino que comunica el norte y el sur de la isla. A regañadientes lo pagamos…Para más INRI, 15 minutos después, supuestamente entrando a la parte sur, nos encontramos otro “peaje”….¿otros 10 bolivianos? Jo pe!!!! Les volvemos a pagar de mal gusto y seguimos marcha.
Por fin se divisa la cala donde vamos, donde se encuentra el hospedaje del señor D. Tomas. Por un momento dudamos en bajar el duro sendero (porque ya saben, todo lo que sube baja…) pero nos sentíamos valientes y después de almorzar otra trucha fresca mirando el sagrado lago nos animamos.
El lugar no tiene ni agua corriente y ni luz, la cocina es de leña y el baño impracticable, pero es muy lindo y tranquilo. Acomodamos nuestras cosas y nos tomamos una cerveza casi-fría en la playa, charlando con una inglesa. Los niños corrían por la orilla arrastrando sus barcos improvisados con botellas y un hilo. Por la playa también cruzaron asnos y llamas y ovejas.
Cuando volvemos al hospedaje había un grupo de argentinos con sus tiendas de campaña. Los chicos habían subido a por comida y las chicas intentaban hacer una hoguera. Me uno a ellas para conseguirlo (nosotras también podemos! jeje) Tomamos unos mates y esperamos a que los chicos vuelvan con la comida…cuando llegan ya es noche cerrada. Unimos provisiones y cenamos una pasta reblandecida con verduras que nos sienta genial!
A la mañana siguiente me despierto con tranquilidad, fuera escucho guitarras. Pasamos toda la mañana hablando y cantando y después de comer organizamos una excursión para comprar comida (pan, mermelada, verduras, arroz, huevos…) y aprovechamos para visitar las ruinas del norte, pero al no encontrarlas, después de un buen rato, regresamos al hospedaje para que no se nos hiciera de noche por el camino.
Esa noche el grupo creció bastante, unimos varios tablones de madera y toda la comida y nos dimos un festín bajo las estrellas.
A las 7.00 h del día siguiente Don Tomás nos dijo que nos apuráramos, que su hijo regresaba a Copacabana en bote y podía llevarnos. Nos metimos un trozo de pan con mermelada a la boca y un sorbo de mate de coca y casi sin tiempo de despedirnos subimos al bote que lentamente se aproximaba a la costa de Copa. Mirando lo que dejábamos atrás descubrimos un remolino de agua que cruzaba el horizonte de forma ascendente. Ese mismo día, a las 13.30 dejamos atrás Bolivia y nos aventuramos en Perú. El Lago sagrado nos ha dejado rastro, un sentimiento me embarga, melancolía? No sé, pero tengo ganas de llorar sin un motivo aparente.
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