5 días en el "Winfli" por el Archipiélago de San Blas

Llegamos a súper donde habíamos quedado con el grupo. Gastamos las últimas monedas colombianas tomándonos un café y comprando unos caramelos. Nos sentamos a esperar y empezaron a llegar poco a poco el resto de la tripulación. Juan y Mariela, una pareja argentina, Maggie y Charity, dos chicas de Alaska, Michael, una chica de Israel y una artesana colombiana llamada Angélica, con la que tuvimos muy buena onda desde el principio. Los últimos en llegar fueron Ingrid y Bruno y tras conversar un rato nos dirigimos al muelle para embarcar.

El Winfly estaba fondeado a unos 100m y tuvimos que llegar a él en tres turnos con un pequeño bote.
Nos instalamos, cenamos y sobre las 9 de la noche levamos anclas. Salimos de Cartagena cuando el sol casi se había escondido por completo, la mar estaba tranquila y corría una pequeña brisa que no era suficiente para navegar a vela.
Esa noche esperábamos tormenta y viento de noreste, pero no apareció y navegamos a motor durante toda la noche.
Nosotros dormíamos en el camarote de proa, la cama era una especie de quesito del trivial, que no era incomodo pera tampoco cómodo.



Amanecimos en alta mar. En el cielo ni una sola nube, y un sol, que aunque aun bajo, nos avisaba que iba a ser un día muy caluroso. Navegamos durante todo el día y la noche siguiente sin encontrar en el camino más que algún velero que veíamos de lejos.





El segundo día amaneció igual, aunque nos depararía algunas sorpresas. Sobre las 10 de la mañana empezamos a avistar pequeñas islas en el horizonte. Bruno decidió echar la caña para intentar pescar algo para la comida pero no sería hasta pasadas la una cuando de repente algo picó. Una especie de atún de 1 kg aproximadamente. Volvimos a pasar por el mismo punto para volver a probar suerte pero nada.

Ya cuando estábamos a punto de llegar a nuestro primer destino, aparecieron por arte de magia un grupo de delfines. Guau!!! Que pasada!!! Toda la tripulación corrió a proa donde estos estaban para verlos de cerca. Nos miraban, saltaban, jugaban e igual que vinieron se fueron sumergiéndose tan profundo que aunque el mar estaba limpio y transparente los perdimos de vista. Que regalo!!!


Cuando todavía se palpaba la emoción, Bruno nos aviso que habíamos llegado al lugar donde pasaríamos la noche. Fondeamos entre tres pequeñas islas preciosas y llenas de palmeras. Tan solo nos acompañaban dos veleros.


En cuanto las anclas llegaron al fondo, saltamos al agua para llegar nadando a la pequeña isla que había enfrente. El agua era cálida y transparente y aunque se intuían unos 8 o 10 metros de profundidad, se veía perfectamente el fondo marino.





La arena era de un blanco inmaculado, toda formada por conchas marinas. Rodeamos la isla en tres minutos. En el agua se observaban enormes estrellas de mar y se veían pececitos por todos lados. En el centro había un pozo de agua dulce. Unos usaban el cayac, otros paseaban y nosotros cogimos las gafas de snorkel y nadamos hasta un arrecife cercano.

Qué lindo! Vimos miles de pececitos pequeños de todos los colores, un pez globo, un pez león, un par de langostas…



Después volvimos al Winfli donde ya olía que alimentaba, Ingrid estaba cocinando el pescado que habíamos capturado. Cenamos muy animados en la popa, hablando de todo lo sucedido ese día. Pronto fuimos cayendo.


A la mañana siguiente, ya en el tercer día; nos despertamos en ese mismo paraíso y Luis cogió de nuevo las gafas y el fusil y acompañado por Juan (el argentino) fueron a ver si pescaban algo, pero no hubo suerte. Escarlata nadó hasta la playa y nada más llegar a la orilla sintió como un latigazo en el hombro… una medusa le dejó su huella.
Sobre las 12 del medio día levamos anclas de nuevo y continuamos rumbo a otras islas. Éstas se encontraban situadas a tres horas de allí, y habitadas por algunas familias de la Comunidad Indígena de los Kunas. Comimos por el camino y cuando llegamos a nuestro destino unas impresionantes nubes negras nos dieron la bienvenida descargando agua torrencialmente dándonos el tiempo justo para refugiarnos bajo unas lonas del único chiringuito que había en la isla y celebrar el momento con cerveza fría a dólar!!!

Tras unas horas el capitán vino a buscarnos porque ya estaba casi hecha la cena. Remoloneamos un poco y finalmente fuimos en varios turnos. El último turno tuvo un desafortunado percance; cuando ya habían llegado al velero e iban a desembarcar, la barquita se dio la vuelta debido a una mala coordinación y todos cayeron al agua (Bruno, Luis, las de Alaska y la israelita). El capitán se puso demasiado bravo y ofendió a las chicas. Además, a ellas se les había caído la mochila al agua con todos sus aparatitos y cámaras. Se les cortó todo el rollo de golpe y se fueron a la cama cabreadas y sin cenar.
Intentamos animarlas, pero al no poder hacer nada seguimos con la celebración en la popa. Luis tocó la guitarra y cantamos y jugamos acompañados por un buen ron y el movimiento del barco hasta altas horas de la mañana. Esa noche nosotros dormimos fuera.




El cuarto día, tras un frugal desayuno nadamos hasta la isla principal y la rodeamos haciéndonos millones de fotos. Angélica nos acompañó y lo pasamos genial!















Un grupo de Kunas se acercaron al velero en sus cayucos y nos ofrecieron unas 9 langostas y un cangrejo gigante por 15 dólares, los aceptamos y disfrutamos de un suculento almuerzo!!!




Partimos hacia la última isla donde pasaríamos la noche y sellaríamos nuestros pasaportes para la entrada en Panamá. La aventura empezaba a terminar. No tenía nada de especial esta isla, de hecho no desembarcamos en ningún momento.


Al día siguiente llegamos a Cartí, la isla donde supuestamente acababa el crucero, pero se nos presento la oportunidad de volver con Bruno e Ingrid a otra isla y pasar allí, eso sí, en tierra, unos días compartiendo comida y alojamiento con una familia Kuna que se dedicaba a acoger turistas por 15 dólares el día. Como no, no lo dudamos pese a que al día siguiente España jugaba su primer partido en el mundial. No se puede comparar!!!!









2 comentarios:

  1. Hola pareja, produce una sana envidia ver esas islas de mar claro, comiendo langostas recien cogidas y veros disfrutando de lo lindo.Si no estuviera tan lejos ...
    Un fuerte abrazo para los dos. Jesús

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  2. despues de tanto tiempo y lo leo ahora!!
    buscando otra vaina les encintre aqui.
    un abrazo a los dos desde el Winfli
    ingrid

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