Kuna Yala (San Blas)

Cuando Bruno e Ingrid nos hablaron de lo fácil y barato que era quedarnos en la Isla Chichimé unos días de verdad que no lo pensamos y nos emocionamos muchísimo por poder pasar un par de días más en esa maravilla de lugar. Un par de días porque el dinero no nos daba para más … Teníamos muchas ganas de conocer la forma de vida de los Kunas!!

Kuna Yala es una comarca indígena en Panamá, habitada por la etnia kuna. Antiguamente la comarca se llamaba San Blas. Su capital es El Porvenir. La Comarca de Kuna Yala posee un área de 3,206 km² . Consiste en una franja estrecha de tierra de 373 km de largo en la costa este del Caribe panameño. Un archipiélago de 365 islas rodea la costa, de las cuales 36 están habitadas. Limita al norte con el Mar Caribe, al sur con la provincia de Darién y la comarca Emberá Wounnan, al este con Colombia y al oeste con la provincia de Colón.

La Comarca de Kuna Yala posee una población de 31.557 habitantes (2010). Las casas de los indios Kunas son chozas de bambú o de madera con techo de palmas. Son construidas por toda la comunidad en un par de días. Los baños están situados en una choza especial construida sobre el mar para una evacuación “natural”. Los indios Kuna duermen en hamacas.
La sociedad Kuna es matriarcal, el dinero es asunto de las mujeres. Una familia (siempre monógama) usualmente la integran muchos hijos. Algunos van a la escuela (cada aldea tiene su escuela) otros no desean o viven demasiado lejos de la aldea. La mayoría de las casas tienen un “estacionamiento” especial para el cayuco (dugout), propiedad del hombre. La pesca es de tipo artesanal, utilizando generalmente hilo (sedal) o con redes. Los pescados (pescado ahumado es guardado en caso de días de mal tiempo), culturas interiores (maíz, raíces, piñas, mangos, yuca, etc...), guineo y arroz importado son la base de la alimentación de los indios Kuna. Los cocos, las langostas, los cangrejos gigantes y las molas son la base del comercio Kuna.

LA MOLA: Es una técnica de apliqué/inversa: consiste en apilar 3 o 5 capas de tela de diversos colores, y cortar el contorno en forma de adornos, a partir de la primera capa para mostrar el color de las que están debajo. El corte entonces se dobladilla finalmente. El color de la capa más baja crea el contorno de la imagen. Solo la última capa no es cortada. Las mujeres son las únicas que hacen molas y cosen hasta una edad muy mayor: es muy común ver a viejas abuelas (“mou” in Kuna) todavía cosiendo y dando consejos a las mujeres jóvenes. Sin embargo, las molas más bonitas son hechas por los “omegit” el hombre-mujer, podríamos llamarlo “gay”, pero quien es virtualmente una mujer-viviendo, cosiendo con otras mujeres y no participando de las tareas de los hombres. La excelente película de Anne Marie Canavaggio “Lisa, like her” muestra la vida de Lisa de Rió Sidra, una de “ellas”.



Tras dejar al resto de la tripulación en Cartí, Bruno e Ingrid nos acercaron a la isla habitada que habíamos conocido. Montamos nuestras mochilas en el cayac y Luis las acercó a la orilla. Escarlata y Angélica se acercaron nadando. El velero se alejó suavemente para fondear en un lugar apartado. Se merecían un descanso!!

Por finnnnn!!! Nos sentimos como náufragos, aunque no tiene mucho sentido, porque la isla está habitada, jeje. Pero consideramos que es una oportunidad única en la vida.


En Chichimé viven cuatro familias. El lugar donde desembarcamos es el territorio de una de ellas, la única que recibe turismo. Preguntamos a Humberto, un señor con unos ojos hipnotizantes; si tiene espacio para nosotros y nos responde cabreado que no, que teníamos que haberle avisado antes de llegar. Encendemos nuestro hornillo y nos preparamos una pasta con atún mientras pensamos en otras opciones de alojamiento. Dormir a la intemperie es muy arriesgado, porque cuando llueve lo hace torrencialmente. Así que Escarlata y Angélica se aventuran por la isla para buscar alguna familia que nos de asilo.

Encuentran un asentamiento cercano. Hay dos cabañas y varias mujeres con sus hijos meciéndose vigorosamente en unas hamacas. Un poco vergonzosas les comentan la situación. Sólo una mujer habla español y traduce nuestras palabras a la cabeza de familia. Ésta se queda pensando, y meciéndose exageradamente en su hamaca. Finalmente dice algo en kuna. La traducción fue: vale, pueden quedarse por 30 dólares.

Síi? 30 dólares por persona? Por noche?

No, 30 dólares por tres noches , los tres y con tres comidas al día.



Guauuuuuuu!!! No nos lo podíamos creer. Nos piden que no se lo digamos a nadie, y que si nos preguntan digamos que nos quedamos por 20 dólares cada uno por noche. Esa cantidad es un poco más de lo que cobra Humberto. Sus lazos familiares y su organización interna nos les permite hacerse competencia y Humberto es el que tiene el monopolio con respecto al turismo; con lo que nadie puede saber que ellos nos cobran mucho menos. Qué honrados

Pasamos allí tres noches y dos días viviendo como ellos. Nos alojan en la cocina, donde hay una hoguera donde queman madera de cocotero con una muy buena técnica y donde tienen cuatro cacharros y un poco de pescado ahumado. Ahí cuelgan tres hamacas y nos instalamos.




Toda la familia, alrededor de ocho adultos y dos niños duermen en la otra cabaña un poco más grande. La verdad es que no comen demasiado y nosotros tampoco. El arroz encocado y el pescado es la base de su alimentación, y cuando no pescan hacen sopa con yuca y pescado seco. El primer día comimos arroz y un par de langostas pequeñas, y no hubo cena porque no había habido pesca. Desayunábamos café a secas. Menos mal que habíamos comprado algunas galleticas antes de ir! Pero eso era lo de menos… si ellos pueden nosotros también!



El lugar donde se bañaban era un agujero en el suelo con agua dulce y varios baldes. Ahí lavaban también la ropa. Y para hacer nuestras necesidades íbamos a hacerlas entre los cocoteros (previo agujero)o al mar. Qué guapo!




La verdad es que no tuvimos demasiada suerte con el clima… llovió todos los días, pero tampoco nos importó. Nos quedábamos en nuestra cabaña y la familia se acercaba muy curiosa a observarnos (excepto los niños que no nos querían ni ver) o íbamos al chiringuito de Humberto donde charlábamos con otros turistas. Un día aparecieron dos madrileños y hablamos del mundial (nos enteramos de que España había perdido su primer partido en el Mundial)y otras novedades.



Finalmente la tercera mañana nos despedimos de la familia. Angélica decidió quedarse, el capitán de un velero le ofreció trabajo durante un mes y ella aceptó. Jooo, qué envidia!!! Pero nuestro viaje continúa. Seguimos nuestra ruta por Centroamérica!

Nos montamos en el cayuco a motor de Humberto con los dos madrileños y durante una hora el agua salada nos salpica. A nuestro alrededor van apareciendo pequeñas islas deshabitadas, y más tarde aparecen otras desbordadas de cabañas. Tras ellas entramos por la desembocadura de un río donde la vegetación es muy exuberante y no llevábamos más de 5 min. por el río cuando vemos un caimán que nos fue imposible fotografiar.